martes, 13 de abril de 2010

El desarrollo tecnológico en el contexto de la modernidad

Para poder entrar en lo que es el desarrollo tecnológico en un contexto de modernidad se debe definir primero:
Desarrollo: Se considera como acrecentar o dar incremento a algo.
La noción de modernidad entendida como un mejoramiento en las condiciones de vida de la humanidad, ha generado un sin fin de argumentos que establecen que el desarrollo tecnológico será la panacea de los principales problemas de la actualidad, proporcionando un mayor bienestar social. Dichos argumentos caen en un determinismo tecnológico fundamentados en la idea de “progreso” proveniente del Siècle des Lumières.
Aunado a ellos, han surgido los apocalípticos, quienes critican todo desarrollo tecnológico. Estas posturas extremas han producido debates acerca del desarrollo tecnológico, olvidando en ocasiones, que éste no contiene bondad o maldad, pues es tan sólo un instrumento que ha desarrollado el hombre a través del tiempo.
La importancia del desarrollo tecnológico dependerá precisamente de la utilización de quienes controlan el poder político y económico tanto nacional como internacional.
El proceso de desarrollo de la Ciencia y la Tecnología es algo más que una cuestión de mercados, innovación tecnológica e industrialización; va más ligado a un proceso de pleno uso de las libertades humanas fundamentales, como las libertades sociales, económicas y políticas.
Existe una gran distancia entre las vidas de los pobres y el mundo abstracto de la economía moderna, basado en los modelos de los países mas avanzados. Pero creemos que la educación, la ciencia y la tecnología deben usarse como herramienta para erradicar la pobreza y las desigualdades y globalizar el bienestar.
Debemos transformar radicalmente el mundo si queremos garantizar la supervivencia del planeta y lograr que la ciencia y la tecnología sean verdaderas valuarte del desarrollo sostenible ante los retos de la globalización.En materia de desarrollo tecnológico nuestros países se ven muchas veces influenciados por las estrategias y el grado de avance tecnológico alcanzado en los países industrializados.
Necesitamos generar una visión propia, que atienda la realidad social de nuestros países, que parta de nuestra cultura, que sea integradora, donde los factores sociales que inciden en la capacidad de innovación sean correctamente interpretados.
Se requiere contribuir desde el Estado a una cultura de la innovación a un mayor relacionamiento e intercambio de conocimientos, tener la capacidad de identificar aquellos instrumentos que mejor se adaptan a cada realidad y generar una visión para una mayor cooperación en materia de innovación y desarrollo tecnológico y social.
La tecnología ha tenido desde siempre una relación difícil con el hombre, que es su creador. Por un lado, el hombre se sirve de ella y la utiliza masivamente, depende de ella de forma casi absoluta y basa su supervivencia y la de sus sociedades avanzadas en su existencia y evolución continuada. Por otro, la tecnología demuestra una y otra vez su peligrosidad, le causa graves daños, incluida la muerte y la discapacidad, y produce importantes externalidades negativas a su entorno.
Lo que llamamos progreso, especialmente en el sentido de desarrollo económico y crecimiento, jamás habría tenido lugar en el mundo sin la tecnología y su evolución. Muy poco de lo que vemos a nuestro alrededor, de lo que hacemos, y de lo que constituye nuestra vida diaria, estaría ahí sin la tecnología. Y los más de seis mil millones de habitantes que a duras penas soporta nuestro planeta en la actualidad, muchos de ellos en condiciones infrahumanas desgraciadamente, de ninguna manera podrían ser tantos sin ella. A pesar de todo ello, muchos hombres han rechazado y rechazan la tecnología, a la que consideran causa importante de la deshumanización del mundo y a la que asignan autonomía, rebeldía y poder destructor. Lo peor, por otra parte, para todos los que se encuentran a disgusto en un mundo tan artificial y tecnológico como el actual, es que la creación de tecnología parece ser una característica innata del hombre.
El siglo XX, que ha sido un siglo intensamente industrial y tecnológico, proporciona una perspectiva impresionante de lo conseguido en términos de evolución tecnológica. La magia soñada en otras épocas se ha hecho realidad ante los ojos de los habitantes del siglo, ya sea en términos de volar como las aves, comunicarse a distancia, producir y controlar la energía, dominar la materia a través de sus interrelaciones químicas y producir así nuevos productos y materiales, crear alimentos sin límite con bastante independencia del sol y de la lluvia, curar las enfermedades y extender la vida de las personas, dominar las inclemencias del tiempo, y acercarse al infinito en todas las direcciones. Hemos creado un mundo artificial del que dependemos inevitablemente para vivir. Un mundo al que se ha llegado con el concurso de tres habilidades o cualidades específicas del hombre, sin las cuales no sería tal: la habilidad ya mencionada, de crear artefactos multiplicadores de sus capacidades físicas; la habilidad de fijarse objetivos externos a él mismo y alcanzarlos; y la habilidad de multiplicarse, expandirse y colonizar todos los espacios posibles, incluidos los más lejanos y adversos.
Es decir, hemos creado un mundo artificial pero profundamente humano, ya que ha surgido del hombre mismo dando libertad a su naturaleza más profunda y a sus características más genuinas. El único problema es que la tecnología, una vez fuera de la mente del hombre, es decir, una vez hecha realidad física, y una vez puesta al servicio de los intereses de unos y de otros, adquiere autonomía, se rebela y causa, o puede causar, estragos sin límite en la vida del hombre. Entre otros, y para empezar, puede afectar a lo que hemos dado en llamar “humano”, un término y concepto, siempre en los primeros lugares de la actividad de reflexión de los hombres, que atrae de nuevo con fuerza en la actualidad, el interés de todos: pensadores, intelectuales y políticos.
Puede que, además de la naturalidad de la tecnología, es decir, de su generación espontánea desde el interior del hombre, la sociedad tecnológica actual haya surgido de la enorme utilidad que proporciona vía crecimiento económico, acumulación de riqueza y dominio y preeminencia de unos sobre otros.
A las puertas del siglo XXI el nivel de desarrollo nunca antes alcanzado por la ciencia y la tecnología está marcando transformaciones tan significativas en la sociedad actual como lo hicieron en su momento las dos revoluciones industriales, de ahí la denominación de tercera revolución industrial al cambio cualitativo y la interrelación ciencia-técnica-tecnología-producción y el papel protagónico de la ciencia y su conversión en fuerza productiva directa, proceso que identificamos como Revolución Científica Técnica.
http://www.citma.pinar.cu/ciget/No.2004-2/desarrollo.htm
http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-170-26.htm

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